martes, 30 de septiembre de 2014

El Stalingrado del Califa 102 y su nexo con Palestina

El Stalingrado del Califa 102 y su nexo con Palestina

La historia que se manifiesta en las realidades geopolíticas y económicas de los pueblos es el producto de la historia que le ha tocado vivir, y las tragedias árabes y musulmanas son el producto de la historia que le obligamos a asumir a partir de la aprobación de aquella nefasta Resolución 181..
El pasado dos de julio de 2014 milicianos del autodenominado Estado Islámico iniciaron el asalto armado de la localidad siria de mayoría kurda de Kobani, aunque poblada también por minorías turcomanas, armenias  y árabes. Situada en la provincia de Alepo, linda con Turquía, y contaba al comienzo de la Guerra Civil Siria en 2011 con poco más de cincuenta mil habitantes.

Estos milicianos del Estado Islámico de delirantes aspiraciones califales han hecho de la toma de Kobani el acontecimiento crucial que creen daría aval internacional a su aspiración de ser el eje de una restauración imperial del califato abolido en 1924, y cuyo último representante fue el otomano Abdul Mejid II.

Los kurdos de Kobani y otros llegados de diferentes regiones de la provincia de Alepo y otras zonas kurdas de Siria, Turquía o Irak, resisten valerosamente el embate de los iluminados milicianos del Califa 102, y están prestos a infligir a sus agresores que se proclaman combatientes contra el kufr una derrota que ha de acelerar la descomposición militar del Estado Islámico..pero su inevitable descomposición militar no supondrá la desaparición del caldo de cultivo que es capaz de generar unos monstruos que en realidad son el producto de lo que siembran los mismos que ahora los combaten militarmente, también monstruos como ellos, aunque en posesión de una tecnología de muerte y exterminio muy superior a la suya.

La instauración de un califato, ya sea por imposición militar o por decisión democrática de las poblaciones árabes que decidiesen unirse a este, no supone en sí mismo más que una ilusión de cambio geopolítico, pues sumar estados para configurar un macro-estado no implica un mejoramiento de las realidades económicas, políticas y sociales de los pueblos ahora asociados en un califato, aunque si implicaría un cambio en su realidad militar, que evidentemente podría hacerse mucho más poderosa.

No es ningún secreto que Israel teme un califato formado por varios estados árabes o musulmanes que podría hacerle frente militarmente, y por tanto poner en la picota su propia existencia como Estado. Una federación de estados árabes no tiene porqué adquirir la forma de un califato, pero de igual manera esa federación podría ser considerada como una entidad política letal para la existencia del Estado de Israel, por lo que es una obviedad que Estados Unidos y las otras potencias mundiales que le siguen a la saga no están por la labor de permitir que los países árabes se unifiquen ya sea bajo la forma de un califato islámico o de una federación de fundamentos políticos laicos.

No cabe duda de que la fundación del Estado de Israel como producto del colonialismo ha sido desde 1947 el acicate que ha impulsado todos los desajustes políticos que han desvertebrado al mundo árabe en particular y al musulmán en general. Posiblemente si la Asamblea General de las Naciones Unidas no hubiera aprobado la Resolución 181 el 29 de noviembre de 1947 hubiera habido procesos de desvertebración en las realidades geopolíticas y económicas de los países árabes en particular y musulmanas en general..pero de seguro no hubieran sido las mismas que hoy en día atenazan tan atrozmente a estas injustamente tratadas poblaciones del mundo.

Porque tenemos que entender que la historia que se manifiesta en las realidades geopolíticas y económicas de los pueblos es el producto de la historia que le ha tocado vivir..y desgraciadamente las tragedias árabes y musulmanas son por ello el producto de la historia que le obligamos a asumir a partir de la aprobación de aquella nefasta Resolución 181..
 

Los terribles y abominables actos de guerra que hoy cometen los milicianos que combaten al kufr, combatientes contra el kufr según su propia percepción psicológica, son la consecuencia del acto que aquel infame 29 de noviembre de 1947 se implementó en la Asamblea General de las Naciones Unidas. La derrota de los milicianos del Estado Islámico a manos de las milicias kurdas en Kobani será el principio del fin del imperio islámico autoproclamado por el Califa 102, pero no acabará con los desajustes geopolíticos generados a causa de la aprobación de la Resolución 181, y por tanto persistirán las causas que llevan a la bestialización a una minoría de musulmanes.

Pero al fin y al cabo todo el problema geopolítico es un producto a su vez de las premisas financieras que conciben al Estado y la Banca como estructuras imprescindibles de toda forma de organización social basada en el principio de la soberanía de los pueblos.

¿Por qué no empezar a concebir que la soberanía de los pueblos se geste a partir de las comunidades humanas de nivel local que pasan a hacerse responsables de la potestad legal que en la actualidad se le otorga a la institución de la Banca pública y privada de ser la custodia y la depositaria del dinero?..

Más allá del Estado y la Banca, Palestina puede empoderarse en cuanto a su soberanía como pueblo haciendo residir esta en sus comunidades humanas de ámbito local, de tal modo que como Acto Primero estas se fusionen con la función básica bancaria  de depósito y custodia del dinero, y como Acto Segundo federen todos sus recursos financieros en una red de Fondos Comunes, de tal modo que la solidaridad no sea el efecto de una actitud altruista ni de buena voluntad..sino de una práctica geopolítica de necesaria implementación.

Esto es la solidaridad entendida como ejercicio de la soberanía de los pueblos en el marco de la concepción de una geopolítica mundial basada en el empoderamiento real de las comunidades humanas de ámbito local..

Una nueva percepción del concepto de soberanía de los pueblos, para que sea implementada en Palestina más allá del espejismo que supone la supuesta realidad ineludible basada  en la construcción  sociológica del Estado y de la Banca.

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