MADRID.- Vicent Martì vive del campo, en la Alboraia valenciana. Su trabajo es cultivar de forma ecológica, una labor que le valió el Premio Nacional de Agricultura en 2006. Sin embargo, ayer se hizo conocido en todo el país por cambiar la huerta por un hotel de lujo y la azada por un micrófono. Dejó atónitos a decenas de políticos y empresarios que asistían al Fórum Europa. Tribuna Mediterránea. Ni corto ni perezoso les exigió "salir a la calle y al campo y no tener los cojones y los ovarios en un despacho". La huerta valenciana se muere y sólo Mónica Oltra le ha permitido dar la voz de alarma, y hacerlo precisamente ante muchos de los culpables. "No les importa nada, que la gente muera o se quede por el camino. Sólo importan nuestras empresas", les espetó desde detrás de los croissants, el café y el zumo de naranja de un hotel de cinco estrellas. "Estoy alucinado con lo que veo aquí en la sala, gente bien situada cuando tanta gente está ahí fuera pasándolo fatal. No soporto ver a gente que vive tan bien cuando hay gente que no puede llegar a fin de mes. Me muero de asco". La bronca fue monumental.

Ha salido en todos los periódicos por la bronca que echó a los políticos y empresarios. ¿Qué se siente al decirles lo que piensa directamente?

Me quedé bastante a gusto, pero pienso que en un país medianamente democrático esto no hubiera sido ninguna noticia. Es algo normal, pero la gente no está acostumbrada a recibir este tipo de mensajes y críticas, por eso los medios se han hecho eco de esto.

¿Alguno de los asistentes al acto le respondió? ¿Le dijeron algo al finalizar el acto? ¿Se interesaron?

No, nadie me dijo nada. Me dieron la mano las personas que quisieron, otros me felicitaron por mis palabras, pero nadie se dio por aludido. Hicieron como el avestruz. No fueron capaces ni siquiera de hablar o de convocar una mesa redonda en Valencia para debatir entre empresarios, agricultores y políticos sobre la problemática de la huerta y lo que realmente está pasando. Por qué nos sentimos de esta forma. Eso hubiera sido lo correcto, pero no hicieron nada.

¿Qué problemas hay en la huerta de Valencia?

Imagínese tener en Madrid la temperatura de Valencia, rodeado de una huerta de la que sale gran parte de la economía. Aquí no se puede vender el género porque las empresas compran en otros lugares, y si compran aquí pagan cuando quieren a precios de risa. Otro problema es la especulación urbanística que ha habido y que continúa. Si ahora está un poco parada es por la crisis. Se han quitado tierras de la mejor calidad del mundo, se ha acabado con toda la agricultura, estructura, agricultores, profesionalidad y conocimiento. Porque es diferente la agricultura valenciana que la castellana. La nuestra con una hectárea de terreno ha podido vivir, porque ha tenido mercado, pero ahora está absorbido.

Dijo usted que empresas como Mercadona maltratan al campo. ¿De qué manera?

Porque el mercado está absorbido por las grandes empresas: Mercadona, El Corte Inglés, Carrefour… No hay movimiento, las tiendas normales y familiares han desaparecido. No pagan precios razonables… Cuando estas empresas dicen que crean empleo están diciendo una mentira como una catedral. Los lugares de trabajo ya estaban en las tiendas tradicionales, en los mercados de barrio. Nosotros llevábamos el género de la huerta a la ciudad y la gente lo compraba, pero todo ha cambiado de tal manera que nosotros no podemos vender el género. Además la huerta está amenazada por el urbanismo, por el AVE, por grandes infraestructuras.

¿En qué situación están ahora los agricultores como usted?

A los agricultores ni nos huelen. No se nos hace caso. Estamos como apartados. Somos como la última mierda que hay en la sociedad. No tenemos reconocimiento de nadie, nadie se fija en la obra que se ha hecho en la huerta de Valencia desde la época de los árabes. No queremos ser ni más ni menos, queremos participar en la vida social y política de esta ciudad, pero no nos dejan. Y si dije lo que dije es porque no hay otro foro en el que nos podamos expresar, no tenía otra oportunidad.

Es usted activista de Pel L’Horta. ¿En qué consiste?

Es una plataforma que se hizo por la gran especulación. La componen intelectuales, profesores, agricultores… Sin este movimiento, muchas de las cosas que se están haciendo no hubieran salido. Se hizo una ILP, con 117.000 firmas, para que la huerta se protegiera, pero el PP en tres minutos lo tiró a la basura. No hay forma de que esto se entienda, de que lo entienda toda España. Tenemos una joya, no es solo de los valencianos, es un patrimonio que debe conservar la humanidad. Un lugar productivo, el pulmón de la ciudad de Valencia y donde esta el conocimiento de los agricultores y la sanidad. La sanidad está en la buena agricultura, en la ecológica. No serían necesarios tantos hospitales ni habría tantos enfermos con buena agricultura. Pero es un también un negocio para las grandes multinacionales y las farmacéuticas.

Precisamente, en 2006 le dieron el Premio Nacional de Agricultura. ¿Por qué?

Fue una valoración a nivel nacional sobre los agricultores y parece que hubo una propuesta de ciudades de España para ver qué agricultor reunía una seria de condiciones y era el más ecológico. No sé exactamente cómo los hicieron. Me eligieron a mí, y recibí el premio encantado, aunque es evidente que hay agricultores mucho mejores que yo.

Usted siempre ha vivido del campo ¿Cómo se gana la vida exactamente?

Empezamos con la agricultura ecológica hace 34 años, vendiendo a Alemania, porque aquí no se conocía. A los 12 años nos dimos cuenta de que había ya una pequeña conciencia, gente que pedía fruta y verdura ecológica. Dejamos la exportación y empezamos a vender aquí. Hacemos cajas preparadas de todos los productos que tenemos y la gente viene aquí a comprarlos. Sacamos para vivir y para pagar y tenemos bastante.

¿Podrá seguir así?

Sin normativas ni leyes que prohíban la especulación, llegará un momento en el que se construya una autovía o una rotonda y desapareceremos del mapa. Aún se puede arreglar si se quiere, porque esto es un bien para todo el país.

¿Cómo ha cambiado la huerta de Valencia desde que usted empezó a trabajar?

Está la huerta norte y la sur, y la ciudad en el medio. En la norte no se ha perdido mucho, pero la sur prácticamente ha desaparecido y era tan rica o más que la norte. Al ritmo que se ha ido en la sur, a la norte le quedaba poco tiempo si no hubiera sido por la crisis.

¿Por qué le invitó Oltra a presentar su intervención?

la Mónica la conozco desde hace 15 años. La conocí en una academia de baile en un pueblo de al lado. Empezamos una amistad y la hemos continuado. Un colaborador suyo que viene aquí a comprar me dijo que ella quería que yo la presentara en el foro. A otro político no lo hubiera presentado, pero la Mónica se lo merecía y aproveché el lugar para decir lo que dije.

¿Se lo preparó mucho? No se le veía mirar ningún papel

Estuve varias horas dándole vueltas y viendo las posibilidades. Era una oportunidad única. No me puse nervioso. Cuando llegue allí las cosas salieron por mi boca, no sé quién me empujaba para decirlas así. Estaba enfadado, pero más bien era energía que sale con fuerza para que impacte un poquito más. Diciéndolo despacio no hubiera tenido esta repercusión. No sé si servirá para algo, pero espero que sí. Si los medios empujáis un poquito, creo que se pueden hacer cosas, debatir y llegar a acuerdos.