miércoles, 15 de junio de 2016

Atentado de Trujillo a Romulo Betancourt en Venezuela

Atentado de Trujillo a Romulo Betancourt en Venezuela
Por Pablo Llabre Raurell
En el período histórico que siguió al término de la Segunda Guerra Mundial, conocido como “la guerra fría”, la lucha contra el fantasma del comunismo sustituyó la prédica democrática del Presidente Franklin D. Roosevelt por el apoyo a los “regímenes fuertes” de América Latina. Una de las dictaduras que durante más tiempo contó con el beneplácito de Washington, fue la de Rafael Leónidas Trujillo (1930-1961)en la República Dominicana.
El régimen de Trujillo se caracterizó por la represión política, el anticomunismo y el culto a la personalidad. La persecución de los opositores políticos, más allá de las fronteras de la nación, fue otro de los rasgos que distinguieron al dictador caribeño. Los casos de Jesús Galíndez, Mauricio Báez y Pipí Hernández, entre otros, así lo confirman.
El ex-presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt, fue un acérrimo crítico de Trujillo. En septiembre de 1948, durante una Cumbre de la OEA en Washington, Betancourt denunció su dictadura y solicitó de los países miembros el no reconocimiento del régimen.
Trujillo trató de asesinar a Rómulo Betancourt en más de una oportunidad. El último intento fue el 24 de junio de 1960, durante la celebración de un aniversario de la Batalla de Carabobo, utilizando un auto cargado de dinamita que estalló al paso de la caravana presidencial. La explosión cobró la vida del coronel Ramón Armas Pérez. El presidente recibió quemaduras en el rostro y una mano. El primer intento fue durante el exilio de Betancourt en Costa Rica, en el año 1953.
El 7 de diciembre de 1948, una junta militar dirigida por los oficiales Delgado Chalbaud y Pérez Jiménez, depuso al Presidente de Venezuela, Rómulo Gallegos. El Partido Acción Democrática fue declarado ilegal y su fundador, Rómulo Betancourt, marchó al exilio. Luego de una estancia por los Estados Unidos se estableció en Cuba, pero el 10 de Marzo de 1952 se refugió en la embajada de Guatemala, tras el golpe militar contra el Presidente Prío dado por Batista. Finalmente, en febrero de 1952, se mudó a Costa Rica.
A mediados de 1953, estando Rómulo Betancourt residiendo en Costa Rica, un funcionario de la embajada Venezolana en San José le alertó sobre el arribo de dos sicarios que traían la misión de asesinarlo, por órdenes de Trujillo. Según la información los individuos - de origen cubano- llegaron procedentes de Honduras acompañados de una mujer, propietaria de un burdel en Tegucigalpa, y se nombraban Manuel Orive Fernández y Jesús González Rodríguez.
Manuel Orive Fernández y Jesús González Rodríguez, alias el Panaderito, militaron en la organización gansteril, Acción Revolucionaria Guiteras (ARG), pertenecientes al llamado quinto distrito que dirigía Rubén Aldama. Participaron en atentados y asaltos a sindicatos orientados por el responsable de la sección obrera de la agrupación, Marco Antonio Hirigoyen. Tras el golpe de estado desertaron de ARG y se unieron a la pandilla del ex-militante Comunista, congresista y dirigente del Movimiento Socialista Revolucionario (MSR), Rolando Masferrer, quien se unió a Batista tras la asonada militar.
Fueron reclutados por Policarpo Soler Cruz, miembro del Servicio de Inteligencia Dominicano. Policarpo se encontraba prófugo de la justicia por el asesinato de los hermanos Salazar (Wichy y Noel), pero tras el golpe militar embarcó hacia Madrid, con la anuencia de Batista. El Ministro de Información, Ernesto de la Fe, lo acompañó al aeropuerto. De Madrid se trasladó a República Dominicana donde Trujillo lo nombró oficial del Servicio de Inteligencia. Un ex-miembro del grupo de Policarpo en Cuba, Arnaldo Márquez Martínez, alias el Muñeco, sirvió de enlace para el reclutamiento. Antes de viajar a Honduras, Orive y González se reunieron en Nicaragua con Policarpo quien les dio un adelanto de 10,000 dólares.
Rómulo Betancourt compartió la noticia con el Presidente José Figueres. Luego analizó la situación con Carlos Andrés Pérez, su secretario personal. Pérez era de la opinión que las medidas de seguridad tomadas por Figueres no eran suficientes y con el consentimiento de Betancourt, buscó la colaboración de dos amigos cubanos exiliados en Costa Rica y expertos en materia de atentados, Orlando García Vázquez y Raúl Hernández Rodríguez, alias el Patato.
Orlando García combatió junto a las tropas norteamericanas en la II Guerra Mundial. En 1948 integró el grupo de 20 asesores que la Legión del Caribe envió a Costa Rica en apoyo de Figueres durante la revolución contra Calderón Guardia. Mantuvo estrechos vínculos con la organización pseudo-revolucionaria UIR (Unión Insurreccional Revolucionaria) integrando el comando de ésa agrupación que asesinó al ex- Ministro de Gobernación, Alejo Cossío del Pino, el 12 de febrero de 1952. Fue miembro de la organización antibatistiana Triple A, dirigida por Aureliano Sánchez Arango.
Raúl Hernández Rodríguez, alias el Patato, fue uno de los principales gatilleros de ARG (Acción Revolucionaria Guiteras) y hombre de confianza del secretario general de la organización, Jesús González Cartas, alias el Extraño. Militó en la Triple A. Por sus actividades subversivas contra la dictadura de Batista se asiló en la Embajada de Guatemala, en 1953. Posteriormente viajó a Costa Rica.
Carlos Andrés Pérez habló en su domicilio con García y Hernández. En la reunión el Patato expresó conocer a los individuos por su militancia en ARG y añadió que Orive había trabajado como inspector en los tranvías. En un encuentro posterior asistió Rómulo Betancourt, quien expresó que el pueblo de Costa Rica era valiente, pero de manera colectiva, que a diferencia de los cubanos, los costarricenses no se disponían, personalmente, a realizar atentados ni actos de violencia.
Orlando y Raúl se dieron a la tarea de encontrar a los sicarios. Fueron localizados en un bar de la capital. Los individuos reconocieron al Patato Hernández y lo saludaron afectuosamente. Raúl les presentó a Orlando García y comenzaron a beber y recordar los viejos tiempos. A partir de ese momento quedó establecida una relación de “amistad” entre ellos en la que compartían casi a diario.
En una de las frecuentes reuniones Orlando fingió estar disgustado con Figueres, alegando que era un mal agradecido, pues le había dado la espalda ahora que lo necesitaba. Raúl expresó también su disgusto y añadió que estaban dispuestos a “cualquier cosa” para obtener dinero. Los sicarios les comentaron el plan de asesinato contra Betancourt y los invitaron a participar. En ese momento no hubo respuesta.
En un encuentro posterior Orlando manifestó que él y Raúl preferían atentar contra Figueres. La sugerencia fue ampliamente discutida pero al final aceptada. La idea del cambio era facilitar la ejecución de los individuos pues el intrincado camino que conducía a la hacienda del Presidente era propicio para tales fines. Orive planteó la necesidad de contar con un transporte seguro para la acción. Orlando quedó en conseguirlo. Al siguiente día Carlos Andrés le entregó un jeep.
García y Hernández estrenaron el jeep con un viaje a la hacienda de Figueres, la Lucha, en la provincia de Heredia. La travesía abrigaba el propósito de seleccionar el lugar de la ejecución. El sitio escogido fue “el Cerro de la Muerte” a poco más de una hora de San José. Era un lugar frío y alto, próximo a un volcán. Al regresar se reunieron con sus presuntas víctimas y acordaron realizar un recorrido de exploración a la Lucha para analizar si existían condiciones en el lugar para el atentado.
El día acordado se dirigieron a la hacienda. Luego de una hora de camino, próximo a un precipicio, Hernández dijo:-“vamos a parar para orinar”. El jeep se detuvo y los cuatro hombres descendieron, pero Orlando, que viajó en el asiento trasero, al bajar se mantuvo detrás de los individuos y sorpresivamente les disparó por la espalda. Ya en el suelo, el Patato los remató. Posteriormente tomaron los documentos que llevaban y lanzaron los cuerpos por la ladera de un precipicio. Concluido el trabajo regresaron al apartamento que compartían en la capital.
A la mañana siguiente recibieron la visita del líder de la oposición contra Trujillo en el exilio, Juan Bosch, quien les comunicó que Figueres quería reunirse con ellos. Bosch los condujo en su auto al encuentro con el Presidente. En la reunión Figueres pidió que le contaran en detalle lo sucedido. Escuchó pacientemente. Concluido el relato expresó una preocupación. Dijo que la mujer podía denunciar a las autoridades la desaparición de sus compañeros y que la prensa aprovecharía la noticia para crear un escándalo. Agregó que ella podía identificarlos pues habían compartido juntos.
En un tono amable Figueres les pidió que entregaran sus pistolas “para evitar sospechas” en caso que fueran detenidos. Raúl gritó:-“yo no entrego mi arma a nadie” y Orlando lo secundó. Una fuerte tensión reinó en el ambiente. Entonces intervino Bosch, quien sugirió que se escondieran en la hacienda de Figueres, por ser lugar seguro, hasta que desapareciera el peligro. Añadió que la mujer debía ser deportada a Honduras por sus antecedentes. La solución fue aceptada y el fundador del Partido de la Liberación Dominicana los trasladó en su auto a la hacienda presidencial.
Orlando viajó al lado del chofer y Raúl detrás, junto a Bosch. Al final del recorrido, un guardia armado, estacionado en la carretera, les ordenó detener el vehículo. Pensando en una encerrona, Raúl encañonó a Bosch y Orlando al chofer. Bosch exclamó:-¡Raúl, que haces! pero el chofer aclaró que se trataba de un escolta del presidente, pues habían llegado a su hacienda. El guardia reconoció el auto y los dejó pasar. Ambos se disculparon y guardaron sus pistolas. Necesitaron cruzar otras dos postas antes de llegar al chalet.
Durante varios días permanecieron en la hacienda presidencial. Bosch permaneció junto a ellos. Pasaron el tiempo haciendo prácticas de tiro y montando a caballo. A menudo platicaban con un venezolano -refugiado de Pérez Jiménez- que operaba una planta de radio clandestina a Venezuela ubicada en el sótano. Transcurridos 10 días, sin vislumbrarse peligro, regresaron a San José.
Raúl Hernández marchó a Panamá. Al triunfo de la Revolución regresó a Cuba. En 1960 fue sentenciado a 20 años de prisión acusado de atentar Contra los Poderes del Estado. Fue puesto en libertad varios años antes de cumplir su sentencia. En 1992 visitó Miami. Murió en Marianao, Cuba, a finales de los años 90.
Orlando García regresó a Cuba y participó en el primer intento de asalto al Palacio Presidencial dirigido por la Organización Auténtica(O/A), en el que iba a disparar un mortero. Volvió a Costa Rica. Figueres lo nombró capitán de la Guardia Presidencial. En 1957 detuvo a Herminio Díaz, Jesús González Cartas y un piloto apodado el Francés, bajo cargos de ingresar al país para matar a Figueres por órdenes de Trujillo. Rubén Díaz, hermano menor de Herminio y miembro fundador de la UIR, quien se encontraba exiliado en Miami, viajó a San José y tras una fuerte discusión con García logró la liberación del grupo. En la primera semana de enero de 1959, Orlando llegó a Cuba junto a Sánchez Arango a bordo de un yate con armas procedentes de Costa Rica y Venezuela, para combatir a Batista. Una tormenta impidió su llegada a tiempo. A principio de los 60 fue a Venezuela. Durante sus dos mandatos presidenciales Carlos Andrés Pérez lo mantuvo al frente de la jefatura de operaciones de la DISIP (Servicios de Inteligencia Policial) y de su guardia personal. Murió en Miami, en el año 2003.
La revista Bohemia realizó un reportaje sobre el caso de Orive y González, cuando de manera fortuita, ocho meses después, un cazador encontró los cadáveres. El lugar era tan frío que los cuerpos aún no estaban descompuestos. Algunas personas atribuyeron la responsabilidad a Eufemio Fernández, otras, a Jesús González Cartas, el Extraño.
En la década del 60, durante una conversación con otro recluso en la prisión de La Cabaña, éste le dijo al Patato, que él, y un individuo apodado “Casquillo”, fueron los autores de la muerte de Orive y González.-“Fue un día muy feliz para mí”, le contó el Patato a un amigo cercano, quien de inmediato se echó a reír.
ENTREVISTAS.
1- Raúl Hernández Rodríguez. Habana. Miami 1992.
2- Orlando García Vázquez. Caracas, Venezuela 1991.
3- Rubén Díaz García. Habana. Miami.
4- Guillermo García Ristra (a) Billiken. Habana. Miami.
BIBLIOGRAFÍA.
Manuel Caballero, libro "Vindicación de Rómulo Betancourt."

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